Conclusión

Para cerrar todas estas reflexiones anteriores y sin ánimo de intentar destruir lo que está hecho, sino de intentar mejorarlo, proponemos que en primer lugar darse cuenta que como seres humanos que vivimos en sociedad somos dependientes, es decir, que necesitamos de la valoración de otros para poder seguir vinculados en la identidad social. Con lo que después de dar este pequeño paso y dentro del colectivo otra vez referente, las personas con esquizofrenia, habría que pensar que son personas más dependientes, que su identidad personal como individuos está inacabada y que en la organización actual, se torna la dependencia adquirida inicialmente hacia los profesionales; siendo conscientes de ello, deberíamos enfocar esta dependencia hacía contextos más sanos dentro de la sociedad, contextos en los que el sufrimiento del entorno que porta los síntomas no tengan el mismo sentido, con lo cual el síntoma vaya evolucionando hacía otra expresión que permita continuar el desarrollo de la complejidad del sistema implicado.
Tenemos que pensar en la temporalidad de los casos, en personas afectadas que necesitan estar el tiempo más breve posible para que su identidad con la enfermedad sea lo más corta posible. Y su desarrollo no se estanque en una institución que acabe contribuyendo al final a ser parte del problema.
Creemos que en este momento muchas de las líneas teóricas del sistema sanitario van en esta línea, y tanto los profesionales como los dispositivos tienden a esto.
Esperamos que este trabajo arroje luz a personas que estamos dentro del trato con el colectivo de personas afectadas por una esquizofrenia, ya que a nosotros nos lo ha hecho.