Estigma




Entiendo el estigma como creencias hacía un grupo de personas que llevan a un rechazo social, en el que se da por supuesto características personales de las personas integrantes en los grupos estigmatizados. La función del estigma es restar valor a estos grupos, para aumentar el bienestar de las personas que necesitan que esos grupos o esas personas mantengan una posición inferior.                        

Esa diferenciación o diferenciaciones que definen a los integrantes de los grupos estigmatizados, tienden a dar por hecho una menor capacidad de adaptación a los estigmatizados, en las sociedades o grupos que permiten el estigma.
        
En el caso de la enfermedad mental, hay una parte impuesta, el diagnóstico, y hay otra subjetiva que es la interpretación de ese diagnóstico y su representación social. La representación social del diagnóstico parece ser injusto, una injusticia marcada por el desconocimiento, el miedo y en resumen la imprevisibilidad, o el no saber que puede pasar. Esto nos hace alejarlo para que no ponga en riesgo el bienestar, y sobre todo para protegernos pensando que a nosotros no nos puede pasar, y tendemos a asignar factores personales a las causas, alejando el fantasma del trastorno mental.

En realidad la falta de información y desconocimiento de las personas afectadas, nos hace tener una visión distorsionada de lo que está sucediendo, una visión que nos protege, y que necesitamos para nuestra seguridad, seguridad ficticia que conservamos porque confiamos que esta visión al estar consensuada por una mayoría no entra en conflicto social ni clínico, y eso nos aporta la seguridad que necesitamos dentro de nuestra gran vulnerabilidad. Pero si en algún momento nos diéramos cuenta que cualquier persona somos candidatos de pasar por un trastorno mental, y que eso no tiene por que ser determinante en nuestra integración posterior, nos podríamos dar cuenta de la injusticia tan grande de la que estamos participando gran parte de la sociedad. Si realmente nos pudiéramos hacer conscientes de  que 1 de cada 4 o 1 de cada 3, va a pasar a lo largo de su vida por un trastorno mental, nos daríamos cuenta de la extravagancia tan grande en el estigma de este grupo y sería más sencillo convivir con nuestros mecanismos sin rechazarlos ni esconderlos de nosotros mismos.
                                      
Si pudiéramos pensar que el trastorno mental, es un periodo de protección de nuestra mente para poder afrontar situaciones que no hemos podido soportar, y que esta situación nos sirve para poder seguir viviendo lo que de  otra forma no hubiéramos podido vivir. Resultaría más sencillo para todos el normalizar este estado de la población, por el que vamos a pasar o estamos pasando 1/4 o 1/3 de nosotros.



Juan Martínez de la Cuadra (psicólogo Centro de Día Rey Ardid).