Cambiando el foco

“El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza. ” 
F. Nietzsche,


Imaginemos que alguno sólo de nosotros tiene el suficiente poder para cambiar las creencias y mitos sobre la esquizofrenia, cambiándose estos enfermos por gente con una mayor deseabilidad social. Como consecuencia equilibradora, la desviación podría recaer, por ejemplo, sobre el colectivo de personas superdotadas. ¿Cómo imaginamos que les podría cambiar la vida a estos dos colectivos?

De repente la gente admiraría a las personas con esquizofrenia, desearía padecerla, sería algo positivo, las alucinaciones e ideas delirantes se convertirían en una capacidad, en algo que solamente puede desarrollar este colectivo de manera excepcional. El cambio fundamental estaría en que estas percepciones serían deseadas y llevarían al éxito personal y social, el colectivo de esquizofrenia estaría en una posición social alta, sobreadaptados, el cambio no estaría en el cese de la sintomatología, sino en la forma que la sociedad consideraría que esta sintomatología o forma de percibir, es adaptada o no.

Probablemente se creería que el ser superdotado estaría relacionado con conductas inesperadas, y se enmarcarían dentro de una imprevisibilidad muy alta, esto llegaría a generar un miedo entre las personas difícilmente manejable desde la imparcialidad. Una imparcialidad tintada con nuestros miedos que son despertados por la falta de control, con lo que llevaría a actuaciones de protección “justificada”, en un intento de aplacar estos miedos. Se les podría enmarcar como personas violentas, igual para darles un castigo adecuado, o personas no preparadas, para dejarlas apartadas y que sea más difícil tener contacto con ellas, contribuyendo aún más al desconocimiento que generan, u otras formas que seguro se nos pueden ir ocurriendo.

En este estado de cosas, serían beneficiarias de unas condiciones mayores para alcanzar el éxito las personas que pasen por un proceso de esquizofrenia. La sociedad les rendiría una estima abierta, los psicólogos tendríamos varias técnicas para controlar las altas capacidades cognitivas y otras para fomentar las alucinaciones y delirios. La farmaindustria estaría investigando para paliar la sintomatología derivante de la superdotación y facilitar la esquizofrenia, y los profesionales de salud mental no habríamos estudiado la esquizofrenia sino que estaríamos enganchados a este otro colectivo y este trabajo se dedicaría a los superdotados.